13 febrero 2008

Vuelva usted mañana

Hoy no estoy para nadie. Ni siquiera para un servidor. Y aunque no me quede más remedio que habitar este cuerpo deshuesado por la pulcra rutina todavía sigo buscando billetes para el exilio interior. Y en el trance me da por fijarme en el extraño del espejo. Y soñar con personas que no sueñan conmigo. Y atar en corto mis instintos y sacarme a pasear. O dormir doce horas de un tirón. Lo que sea. Porque al final, como dice Rubén, se trata sólo de eso. Claudicar ante uno mismo. Restar importancia a los días. Rendirse al simulacro de la vida. Esa que, para algunos, viene con manual de instrucciones. Naturalmente, en todos los idiomas menos en el mío.