15 enero 2008

Reservado el derecho de admisión

Lo tenemos crudo y no es que quiera recrearme en las obviedades del sushi, ni siquiera voy a alimentar mi trasnochado ego de trilero semántico. Que va. Lo mío es simple hiperestesia musical. Los pentagramas me ponen. A cien, a mil y no pares de contar. Porque cuando la vieja solitaria que vive realquilada en mi cordura le da por salir a bailar con los Gipsy Kings ni siquiera tengo tiempo de sacarme los zapatos. Ahí no hay Dios sólo arrebato. Y aunque ellos ignoren el mundo yo les observo desde el rellano. Suplantando mi rabia. Esbozando una sonrisa a falta de mueca. Están de fiesta y yo no he sido invitado.