23 abril 2008

Copy&Paste

“La idea de una gestión del deseo es como ponerle puertas al campo o acaso un cencerro a los automatismos. Cosa de bomberos. No sirve. Simulo indiferencia y despiste para zafarme de mis inclinaciones adaptativas, las mareo para probar, pero la naturaleza propone, dispone y vence siempre a la cultura. Cualquier resistencia es inútil. Divago. Ahora se ha ido Azcona, un hombre humilde y sencillo, de talento extraordinario. Se van yendo todos. Se muere gente que no se había muerto nunca y los vivos no podemos dejar de sentir los huevos llenos de asertos para creernos con potestad, sentar cátedra, para no ser cenizos ni acabar pidiendo clemencia ni padecer el trayecto más de la cuenta. Se está bien aquí, al fin y al cabo, pese a los virus, y a veces conviene creer que la esperanza triunfará sobre la especie. Beà dice algo ajeno a todo darwinismo: propone delectarnos el espíritu leyendo, escuchando y mirando cosas peculiares, que es a lo que tendemos siempre cuando bebemos juntos o individualmente, incluso cuando no bebemos, y me pasa enlaces a unos dibujos de Heinrich Kley que resultan del todo fabulosos y parnasianos. Y ya está. No hace falta mucho más para magnificar un día."

Rubén Lardín (Imbécil y desnudo)